lunes, 11 de mayo de 2009

¡SALIENDO CON OTRA MUJER!


Desde hace poco había empezado a salir con otra mujer, en realidad había sido idea de mi esposa “TU SABES, LA QUE AMAS”, me dijo un día tomándome por sorpresa “La vida es muy corta, dedícale tiempo”, pero yo te amo a ti, protesté. “Lo sé, pero también la amas a ella”.


La otra mujer a quien mi esposa quería que yo visitara era mi madre viuda desde hace algunos años, pero las exigencias de mi trabajo y mis hijos, hacían que sólo la visitara ocasionalmente.


Esa noche la invité a cenar y a cine. “¿Qué te ocurre?, ¿estás bien? me preguntó. Mi madre es el tipo de mujer que una llamada tarde en la noche o… una invitación sorpresiva es indicio de malas noticias.


“Creí que sería agradable pasar un tiempo contigo”, le respondí, “los dos solitos”, agregué, “¿qué opinas?” reflexionó sobre ello un momento, “me gustaría muchísimo dijo”.


Este lunes mientras conducía para recogerla después de mi trabajo, me encontraba nervioso, era el nerviosismo que antecede a una cita y cuando llegué a su casa… vi que ella también estaba muy emocionada, me esperaba en la puerta con su viejo abrigo puesto, se había rizado el pelo y usaba el vestido con el que celebró su último aniversario de bodas, su rostro sonreía, irradiaba luz como un ángel.


“Le dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo y se mostraron muy emocionadas”. Me comentó mientras subía a mi auto. “No podrán esperar mañana para escuchar acerca de nuestra cita”.


Fuimos a un restaurante no muy elegante, pero si muy acogedor. Mi madre se aferró a mi brazo… como si fuera la primera dama de la nación. Cuando nos sentamos, tuve que leerle el menú; sus ojos sólo veían grandes figuras, cuándo iban por la mitad de la carta, levanté la vista, mi mamá estaba sentada al otro lado de la mesa y sólo me miraba. Una sonrisa nostálgica se delineaba en sus labios.


“¡Era yo quién te leia el menú cuando eras pequeño! ¿Recuerdas?”. “Entonces es hora de que te relajes… y me permitas devolverte el favor”, respondí.


Durante la cena tuvimos una agradable conversación, nada extraordinario, solo ponernos al día uno con la vida del otro, hablamos tanto que perdimos el cine. “Saldré contigo otra vez pero sólo si me permites invetarte”, dijo mi madre.


Cuando la llevé a su casa la sentí, le di un beso, un abrazo…“¿cómo estuvo la cita?”. Quiso saber mi esposa cuando llegué aquella noche “muy agradable gracias, mucho más de lo que imaginé”, le contesté. Días más tarde mi madre murió de un infarto, todo fue tan rápido que no pude hacer nada.


Al poco tiempo recibí un sobre del restaurante donde habíamos cenado. En el sobre una nota que decía: “la cena está paga por anticipado, estaba casi segura que no podía esta allí, pero igual pagué para dos, para ti y para tu esposa, jamás podrás entender lo que aquella noche en que salimos juntos significó para mi, ¡TE AMO!”.


En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo TE AMO, y dar a nuestros seres queridos el espacio que se merecen. “Nada en la vida será más importante que Dios y tu Familia, dales tiempo porque ellos no pueden esperar. “SI VIVE TU MADRE DISFRÚTALA, SI NO RECUÉRDALA”.

Autor Anónimo

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